
CIENCIA CELESTE PERÚ
Tensa entrevista al hermano Antonio Córdova Quesada, con la participación del hermano Eudelio Martínez Quispe

Antonio Córdova Quesada (†)
Lima, julio del 2012
Por la hermana Judith Pineda (Colombia)
(Nota: Esta entrevista fue iniciada y culminada con desconfianza, al parecer, debido a la posibilidad de que surgieran preguntas difíciles, detalles que la entrevistadora desconocía)
Eudelio: En primer lugar, antes de que haga la grabación, quiero hacerle una aclaración.
—Judith Pineda: Claro. Sí.
Eudelio: Número uno, mire: El hermano, así como hoy de buena fe le está abriendo el hogar para que usted ingrese acá, igualmente con esa misma —digamos— sinceridad y honestidad le ha abierto la puerta a muchos hermanos. Antes, en este humilde hogar, muchos hermanos aquí tenían los rollos en sus manos. Los divinos rollos, los originales, los divinos cuadernos. Esos hermanos, de Radio Cielo, muchos de ellos han dormido acá, han comido acá. Han dormido y han comido acá.
—Ah, eso yo no sabía.
Eudelio: Escúcheme. Esos hermanos, hoy en día, le están haciendo mucho daño a la divina revelación Alfa y Omega. ¿Por qué? Porque eso sirve a la división, sirve a la confusión. Y si usted va a hacer esta grabación ahora, no quisiera que eso forme parte para seguir aumentando esa división y esa confusión. Yo se lo digo ante el divino Padre: Si eso llegara a suceder a través de este material que usted va a llevar, usted es causante de esa división y confusión y se hace cómplice de ellos. Entonces, yo le invito formalmente, como hermano, a que usted trabaje en sentido de lo que dice el divino Padre: en la unificación.
—Claro.
Eudelio: Hay libre albedrío. El hermano se lo está permitiendo. Ahora, usted debe entender que, de los 4000 rollos, en el primer rollo el divino Padre habla de la parábola que dice: Sólo Satanás divide y se divide así mismo. Los hermanos de Radio Cielo saben esto, ¡lo sabían!, ¡y lo sabrán!, pero siguen, siguen con el afán de atacar al hermano Antonio, siguen dividiendo y confundiendo al hermano Antonio. Ayer nomás me llegó —hermano— un correo electrónico de que van allá, a la Plaza Chabuca (Granda) y comienzan a hablar mal de usted.
Antonio: ¿Qué, qué dijeron?
Eudelio: Que usted es el falso, que usted es el tal por cual. Y cómo es posible, que un hermano que estudia a Alfa y Omega puede expresarse así de otro hermano.
—No se puede ni se debe… Que es una falta contra Dios
Eudelio: Pero, sin embargo, eso está sucediendo, y no quisiera que usted sea parte de esto. Ahora, si usted va a difundir esto hermana, tiene que hacerlo en función a lo que dice la divina ciencia. Ahora, obviamente es mi petición, no la estoy obligando porque al final usted haga lo que tiene que hacer
—Claro, y…
Eudelio: Pero, que conste, ante el divino Padre, que le estoy avisando, le estoy comunicando. Nosotros no queremos difusión, nosotros no impedimos que ellos difundan, no lo prohibimos, pero como dice el hermano: Que difundan con la verdad, con la justicia, con la honestidad, pero que no lo hagan falseando, mintiendo, engañando. Ellos, por ejemplo —como le digo a usted—, aquí el hermano la suda, nosotros la sudamos. Yo tengo mi propio trabajo, ninguno de nosotros vivimos de Alfa y Omega, pero ellos viven y explotan el nombre de Alfa y Omega. Entonces… Y eso es lo que estamos… Contra eso hermana. Entonces, le pongo en advertencia, le hago saber esto. Y bueno, el hermano es testigo de lo que le estoy diciendo, y si en el futuro hay más división ustedes son parte de ello. Por lo tanto le digo, si van a hacer difusión, esto no es como un chantaje ni nada por el estilo, simple y llanamente: ¿Dónde están los rollos?, en Lince, en Francisco Lazo 1939-J. ¿Quieren saber más de Alfa y Omega?, ahí está la página web, ahí está la radio, pregunten al hermano Antonio y se acabó. ¿Ya hermana? Lo hago eso como hermano. ¡Y, bueno!, ya es su problema.
—El hermano Fernando… Yo creo que usted lo conoce, de Colombia. Él hace folleticos y él saca de acá, de la página de acá, y saca un… Donde el hermano presenta los rollos que dicen Alfa y Omega. Cuando… ¡Esa de Juan!, algo así, de Juan del Apocalipsis. [Se refiere a un rollo] Él tiene, todas las veces que hace la reunión, ahí sale el video y ahí…
Antonio: ¿Fernando García?
—Sí. Y ahí lo muestra a usted.
Antonio: No sé si él se habrá prestado o de repente lo utilizaron…
—No, yo más bien…
Antonio: Escúcheme. Lo cuento un poquito. Él vino… Lo encontré un hermano sincero, honesto. Nunca le pedí yo dinero, sino él, de su voluntad, sacó su billetera y me sacó tres billetes de 100 dólares. Me dijo: Hermanito, sáqueme 30 copias y esto que sirva para la difusión. Yo cumplí, le saqué 35, 37 creo, copias, y lo que sobró lo empleé para pagar la radio, para completar el pago de la radio. Y no sé cómo yo, lógicamente, también en forma honesta —él es desconocido, él no me conoce a mí, yo tampoco le conozco a él—, le digo: Hermanito, para mayor seguridad le voy a firmar un recibo. Eso salió de mí, le firmé el recibo y el recibo apareció en poder de los hermanos —nosotros llamamos disidentes porque estuvieron acá y se fueron de acá— y ellos lo han empleado con su propia psicología diciendo que yo estoy vendiendo los rollos, que estoy comerciando, que estoy estafando y diciendo ¡uf!, no sé cuántas cosas.

Fotocopia del recibo firmado por Antonio Córdova Quezada correspondiente al pago por 30 fotocopias de los rollos del divino Maestro Alfa y Omega. El pago fue hecho por el hermano colombiano Fernando García en 1995. La fotocopia le fue entregada al hermano Ricardo Flores cuando el hermano Fernando García, al solicitarle al hermano Ricardo Flores fotocopias de los rollos que él tenía en Chorrillos, se sorprendiera de que el hermano Ricardo se los diera gratis, en circunstancias que Antonio Córdova Quezada le había cobrado 300 dólares. (Crédito: Fernando García)
Eudelio: Hasta juicio nos hicieron, nos llevaron al poder judicial.
—¿Qué?
Antonio: Al Palacio de Justicia nos llevaron.
Eudelio: Quisieron que el hermano les pague 50 mil dólares en un caso, y 100 mil dólares. Que el hermano Antonio les pague a ellos.
—¿Qué?
Eudelio: ¡Imagínese!
[Se refieren al juicio en INDECOPI donde el hermano Antonio trató de registrar los rollos del divino Maestro a su nombre, lo que impidió, temporalmente, que alguien pudiera publicar libros de la Ciencia Celeste]
Antonio: Sí. Hemos tenido problemas hermanita. Bueno… gracias al divino Padre he conocido una hermana abogada [Dra. Jaquelin Torres] y ella nos indicó los pasos a dar, nos ayudó incluso. No se les dio ni un céntimo porque ella lo aclaró todo, lo ventiló, lo demostró. ¡Son ellos —dijo— los piratas!, propiamente ladrones. Ellos se han llevado de acá copias de los divinos planos, con eso están haciendo los libros. Y bueno, esos planos están llenos de errores porque muchos hermanos vienen a reclamar acá y yo les digo que esos libros no han salido de acá —les digo— vayan a reclamar allá, ahí debe estar su dirección. Yo me hago responsable de lo que yo publico acá.

Falsificación del primer mensaje telepático publicado por Antonio Córdova Quesada ya que, tal como consta en el título de un rollo: EL PRIMER MENSAJE FUE OCULTADO AL MUNDO POR LA ROCA RELIGIOSA. (Crédito: Antonio Córdova Quezada)
Antonio: Y hay muchos, lógicamente, se van al hermano (ininteligible) leen y se quedan, es su decisión de ellos. Entonces, hay cosas que realmente… que hablar, contar, es algo negativo que realmente no hay que hacer presente en este caso. Y yo a conciencia tengo que seguir difundiendo la verdad porque sé que en algún momento la verdad va a salir a la luz. Y le digo hermanita —siempre téngalo presente—, hay un solo Dios y hay una sola verdad. Eso significa que nuestro deber es unificarnos como hermanos y hacer el trabajo en forma unificada. Siempre la verdad, aunque no me guste, la verdad es la verdad, aunque me duela, la verdad es la verdad. Entonces, mi deber es decir la verdad. Y eso lo hacen muchos hermanitos que llevan para allá, para allá la Ciencia. Los planos originales están en Lince, están en José Gálvez 1775, lo tiene el hermano Córdova porque él vive las experiencias, él conoció y reconoció al divino Maestro y él ha recibido precisamente este conocimiento y lo está difundiendo. Yo hice todo lo posible porque estuve como cuatro años y nadie creía. Salí por el centro, por la calle, avisar, etc. Después de cuatro años comenzaron a llegar los hermanos: dos, cuatro, seis, ocho, diez. Se formó la hermandad, nos hemos hecho reconocer, hemos hecho registrar incluso los divinos planos en el INDECOPI. Y bueno, todos esos pasitos se ha dado, y luego hicimos nuestra constitución, etc., y se sigue difundiendo. Entonces, ellos, no se han quedado atrás, parece que se han agrupado, se han hecho reconocer. No hay problema, como dice el hermano, no nos oponemos a la difusión. Todos tenemos derecho a hacer mérito ante el divino Padre, pero el verdadero mérito está en decir la verdad, ante todo y por sobre todo la verdad. Ese es nuestro deber, eso es nuestro compromiso. No obligamos, no imponemos, simplemente sugerimos, aconsejamos, proponemos, nada más. Ya si la criatura lo quiere hacer, lo hace, si no quiere hacer, no hay problema. Pero, de toda nuestra obra vamos a rendir cuentas al divino Creador. Así es hermanita.

Acta donde se ordena la destrucción (quema) de libros de la Ciencia Celeste, el 13 de enero de 1998. La quema de libros fue como resultado de la demanda de la accionante, dra. Jaquelin Torres, en representación de Antonio Córdova Quesada. Luego INDECOPI determinaría que la Ciencia Celeste no le pertenece a Antonio, sino que es de dominio público (Crédito: Josué Ll.)
Antonio: Bueno, entonces comenzaremos hermanita para ir avanzando porque…
Eudelio: Hay programa radial.
Antonio: A las 6:15 tengo una tarea, después de eso ya tengo que prepararme para la radio.
—Sí hermano, de todas maneras yo le agradezco. Para mí, después de Dios lo importante es que yo —digamos— me fascinan los Rollos Sagrados del Cordero y yo quiero conocer a las personas que conocieron al Maestro, ¿sí? Y al compartir… Yo busqué a la hermana Susana, ella también me dio una entrevista. Busqué al hermano Ricardo Flores.
Antonio: Juan Sicha me habló también (ininteligible).
—Sí, el hermano Juan Sicha, también lo conozco…
Antonio: Él estuvo acá, es un hermano muy activo, muy empeñoso. Pero le echaron ideas y cuando menos me di cuenta se torció y se fue con ellos.

En rojo, acusación contra Antonio Córdova Quezada por el hermano Juan Sicha Cisneros. (Ver las dos hojas aquí)
—Pero no. Él nunca me habló así. Él solo me dijo que él era, que había tipeado…
Antonio: (Ininteligible) le di arriba, en el tercer piso una piecita y ahí… Le di la llave, él subía. Le daba los planos ahí y lo tipeaba.
—Qué él escribía, que el Maestro le dictaba así, todo. Entonces pues… Hermano, ¿y usted como conoció al divino Maestro?
Antonio: La búsqueda. Todo parte por la iniciativa y la búsqueda de cada criatura. El Padre Eterno dice en la Biblia: El que busca encuentra. Entonces, si usted busca la verdad encontrará la verdad, si usted busca la sabiduría encontrará la sabiduría, si usted busca la perfección encontrará la perfección, si busca su salvación encontrará su salvación, el que no busca nada no encuentra nada. Entonces, en mi caso, en realidad estudio las Sagradas Escrituras desde un punto de vista analítico, científico, interpretativo. Yo no soy religioso, hace años dejé de ser religioso porque me di cuenta, por el mismo estudio, que las religiones no son de Dios. Las religiones, simple y llanamente, son conceptos humanos salidos de mentalidad humana y totalmente erróneas, nocivas y perniciosas que atentan contra la evolución de los hijos de Dios. Son 20 siglos de religiones, y yo creo que es tiempo de darnos cuenta que las religiones no nos conducen a nada bueno. Ellos nos dicen que creen en Cristo: Haz de Cristo tu salvador personal y ya estás salvo, ya te ganaste el cielo y eres un bienaventurado. Totalmente falso, porque el juicio es para vivos y muertos. Ellos tampoco no están exentos del juicio, también van a tener que afrontar un juicio, y es el Juicio de Dios el que va a decir la última palabra, de esto es lo que debemos tomar conciencia. Entonces, yo seguí buscando, estudiando, tengo varios evangelios, tengo siete. Tengo uno acá, tengo otro allá, de ahí agarro, cuando no tengo sueño, prendo la lucecita y me pongo a leer y leer. Tengo ahí uno grande que está atrás del almanaque, tengo el más grande, la Biblia completa. Y atrás del almanaque está, acá. Bueno. Ahí en el local tengo, ahí en el tallercito también tengo mi Biblia. Siempre en algún momento de dudas que uno tiene como humano, agarro la Biblia y me pongo a leer, y vuelve la fe, y sigo para adelante. Entonces, lógicamente, yo quería saber, como humano que soy, quería saber quién soy, de donde vengo, porque estoy aquí, hacia dónde voy, que sigue después de la muerte, que hay más allá de la Tierra y muchas otras preguntas daban vueltas en mi mente y yo quería encontrar las respuestas aquí, en este libro sagrado. Leía, lo volvía a leer y lo volvía a leer. Y lógicamente, encontré ahí que el mismo hijo de Dios…
[Hay un breve corte]
Antonio: Os enviaré el Espíritu de la Verdad y les conducirá hacia la verdad total. También dice: Y llegará la verdad por sorpresa, como la sorpresa que causa un ladrón en la noche. También dice: Al final de los tiempos derramaré mi espíritu sobre toda carne. Eso está en Hechos, Capítulo 2 versículo 27. Luego seguía leyendo, leyendo y ahí dice: Los Rollos y el Cordero, la visión de Juan en la isla de Patmos. Entonces dije: Acá hay promesas, son profecías. ¿Cuándo será, a qué hora, como vendrá? La verdad es el mismo Cristo, el mismo Hijo de Dios. Entonces, yo me hacía ilusiones, me hacía ideas: Cuándo vendrá, como vendrá, ¿vendrá como un niño, vendrá como un anciano, vendrá como un agricultor, como un campesino? Y mi mente daba vueltas y vueltas, ideas… Y seguía leyendo, seguía estudiando. Paralelamente, también salía, a veces los sábados me iba a algún un templo, a alguna iglesia…
[Nuevo corte que tampoco interrumpe la fluidez de la narración]
Antonio: Para escuchar y ver, pero siempre era lo mismo. Repiten nada más, capítulo, versículo: Aquí dice, aquí dice, aquí dice. Me cansaba, ya no aprendía nada. Entonces, me dediqué de lleno a estudiar la Biblia, acá en mi hogar, a comer mi pan, trabajaba, tenía mi tallercito de artesanía y luego, en mis horas libres, me dedicaba al estudio. De vez en cuando salía a caminar por un sitio, otro sitio. Y así, hasta que pasó el tiempo. Y llega acá una hermana y me dice: ¡Hermano, a que usted no sabe la última! ¿De qué se trata hermanita?, si no me lo dice no lo voy a saber, cuénteme. Me dice: ¡Hay un hermano que viene de Chile y nos trae los Rollos y el Cordero!… Pero ¿eso está en la Biblia?, eso me sobrecogió y dije: Esto debe ser interesante hermanita. ¿Cuándo, dónde, a qué hora va a ser la charla? Me dijo que va a ser allá, en la casa del hermano Carlos Morelli, en Magdalena del Mar, la calle 28 de Julio. Me dio todos los datos, la dirección y yo lo apunté. Y a la vez avisé a varios hermanos que venían a hacer sus composturas, les pasé la voz, les informé, y varios se reían: ¿En qué estarás metido? ¡Cuídate!, no vaya a ser que te sorprendan. No creían, no entendían, pero yo estaba entusiasmado, estaba… en cierta forma estaba ilusionado: Los Rollos y el Cordero, debe ser algo interesante porque eso está en la Biblia. Efectivamente, pasaron los días y llega el día viernes. ¿Y para qué?, no sé si avisé a 30, 40 personas, no sé. Pero comenzó a llegar uno, llegó dos, llegó tres, llegaron doce. Yo me sumo, éramos trece. Salimos caminando, en la esquinita del parque paramos dos taxis. Antiguamente los taxis eran anchos —Chevrolet creo que eran— y nos subimos: siete en uno y seis en otro.
—¿Y también iba la hermana, la que le avisó?
Antonio: No, no. Ella…
—¿Y cómo se llamaba esa hermana?
Antonio: Susana Rosas.
—¡Ah!, ¡la hermana Susana!
Antonio: Con ella nos conocimos en el espiritismo.
—Yo la conozco a ella.
Antonio: Debe ser.
—Yo hablé con ella.
Antonio: Nos conocimos en el espiritismo. Ella más paraba con el hermano Ricardo Flores. Creo que era su secretaria, no estoy tan al tanto, pero nos conocimos en el espiritismo. Entonces, había una cierta amistad, a veces la visitaba yo a ella —vivía en el centro— y otra vez venía ella, me visitaba. Conversábamos un rato…
—Pero espiritismo, ¿cómo es?
Antonio: O sea, sesiones, tenidas.
—¿Ir a buscar espíritus?
Antonio: Llamar a los espíritus, que alguien vibre. Medium se llama.
—Ah, ya.
Antonio: Que traen algún mensaje, algún consejo.
—¿Pero no cosas malas?
Antonio: Yo en mi búsqueda también llegue a conocer esas visitas.
—Esa parte.
Antonio: Pero finalmente no me gustó, me retiré. Yo buscaba por aquí por allá. Cómo dice, averiguando, tratando de encontrar algo, conocer algo. Esa era mi inquietud. Ya cuando ella me dio el aviso lógicamente me interesé y me dio la dirección y todo. Allá fue. Ahí estaba el hermano Ricardo Flores también. Bueno, lo cierto es que yo escuché la conversación del divino Maestro, una charla muy hermosa —para mí—, y me agradó porque Él mencionaba las parábolas. Él tiene las parábolas a flor de labio, en todo momento Él…
—El divino Maestro.
Antonio: Exacto. Pronuncia las parábolas. Cuando llegó Él, llevaba un poco de escrituras bajo el brazo y dijo: Si fueran tan amables, saquen la mesita de centro y guárdenlo para que haya más espacio. Entonces, ahí se puso los planos, se desataron los hilos, así, y se abrieron ahí los planos. Entonces yo… Para mí fue… ¡claro!, una cosa muy novedosa, hojas grandes, con dibujos a colores. ¿Qué será esto decía?, estaba lejos de comprender, hasta que el divino Maestro dijo: Esto se llama Escritura Telepática. Esta es la última revelación que envía el Padre Eterno a la Tierra. Esta es la continuación de las Sagradas Escrituras. Y alguien le dijo: ¿Qué es la telepatía? —le preguntó—. Él dijo: La telepatía es una ley que consiste en comunicarse de mente a mente a grandes distancias. Pero, aprendan a diferenciar, en este planeta hay dos formas de telepatía: La telepatía viviente universal y la telepatía terrenal, la telepatía humana. Entre las dos telepatías hay un abismo de diferencia —nos dijo—. La telepatía universal, la telepatía viviente, la emplea Dios cuando va a dar doctrinas, mensajes y revelaciones a los mundos en prueba que hay en el universo. La telepatía terrenal es una telepatía que recién está en pañales, porque son contaditas las personas que se trasmiten el pensamiento… Y Él seguía explicando, explicando. Para mí —como le repito—, fue la charla más hermosa de mi vida. Entonces, en un momento dado, Él dijo: Todo buen cristiano debe saberse el evangelio de mi Padre de memoria… Y eso a mí me impactó. Incluso un hermano le dijo: No, pero eso ¡es demasiado!, ¿quién se sabe de memoria la Biblia? —le dice—. El divino Maestro le dijo: Para ustedes puede ser demasiado, pero se les dio muchas reencarnaciones en esta Tierra. Se les dio siglos para que ustedes puedan estudiar el evangelio. Ahora, si no lo han estudiado, o no lo han comprendido, ese es problema de ustedes, no es problema del divino Padre —dijo así—. Y bueno, cuando Él dijo: Todo buen cristiano debe saberse el evangelio de mi Padre de memoria, yo, lógicamente, sentí un impacto. Yo leí mucho la Biblia, y sigo leyéndolo, pero no me lo sé ni una página de memoria.
—Sí. Eso le pasa a uno. [Risas]
Antonio: El mismo divino Maestro dijo: Por desgracia, ni el papa se sabe de memoria el evangelio de Dios. ¡Qué se lo va a saber si es un comerciante más en la Tierra! ¡Tienen hasta banco propio!… Él se caracteriza por decir verdades aplastantes, verdades universales, verdades que no se pueden discutir. Entonces, cuando dijo eso yo —como le digo—, yo me impacté y dije, mentalmente dije: ¿Quién nos está hablando?, ¿será un profeta reencarnado?, ¿será un apóstol?, ¿será un avatar?, ¿será un iluminado?, ¿quién, quién? Comencé a pensar, seguí escuchando la charla, pero en mi mente había la pregunta: ¿Quién nos está hablando?, ¿de quién se trata? O sea, quería saber su individualidad. Y ahí, piensa y piensa… Y hubo un rato, que me dio la impresión que mi cabeza quería agrandarse, eso es una sensación que jamás me voy a olvidar. Entonces, yo me asusté, dije: ¿Qué?, ¡mi cabeza está creciendo, no puede ser!, de repente me estoy volviendo loco de tanto pensar: Divino Padre ayúdeme a serenarme. Comencé a respirar profundo por la nariz y botar por la boca, lento, varias veces, y me serené. Y seguía escuchando la charla. Y luego, vuelve otra vez el deseo de saber de quién se trataba. Yo decía: ¿Quién es?, y ahí nuevamente la cabeza que como se me agranda. Incluso los pelitos así: Fswiiiiii… que correteaban en la cabeza, y en ese rato sentí como el principio de un trueno: Brrrrnnn… así, y una voz que me decía —dentro de mi cabeza— me decía así: Quién les puede hablar de las cosas que hay arriba sino a quien que viene de arriba… Eso está en la Biblia, yo lo he leído varias veces. Pero, y la voz, ¿de dónde salió?, ¿quién me habló? Ahí estaba tenso, no sé cómo estaré con la cara, así, seco, pensativo. Y no sé cómo giro así, un poquito, y el divino Maestro me estaba mirando fijo y sonriendo. Y yo siento como una electricidad, como que me hubieran descubierto de algo. Eso es algo que jamás me voy a olvidar. Entonces, ahí me quedé seco, pensativo de todas esas experiencias que vivía y dije: Él es. Él es el divino Maestro: Padre divino, bendito y alabado sea Usted, gracias infinitas por su divina presencia… ¡Qué humildad!, una humildad, pero incomparable, un ser divino lleno de sabiduría y conversando con tantos pecadores que somos nosotros.
—Sí.
Antonio: Bueno, sentí una alegría intensa y dije: Él es, Él es el divino. Tanto tiempo pensaba, que buscaba, oraba incluso, para conocer al divino Maestro. Yo a veces pensaba que estaba en la India, decía: Debe estar en la India. A veces decía: Como no tengo dinero para irme a la India y de repente por ahí lo conozco, lo reconozco. Pero, cuando hay verdadera fe el divino Maestro llega, incluso al hogar de las personas. Eso está en la Biblia, está escrito. Y bueno, efectivamente, el divino Maestro mira su hora, y como somos medios monitos yo también agarré y miré mi hora, era 12:45 de la mañana. O sea, se había pasado rapidito, desde las siete de la noche —que llegamos al local del hermano Carlos—, se fue así, rapidito las horas, y el divino Maestro dijo así: La disciplina es una virtud de la luz, practicarlo es nuestro deber y compromiso, recojan los planos. Si ustedes quieren más conocimiento reúnanse en algún lugar, háganmelo saber y yo estaré con ustedes. Puede ser acá mismo —dijo—, siempre que el dueño del hogar lo permita. Eso ya depende de ustedes… Todos se acercaron, le dieron la mano. Las hermanas mujeres —sabe—, se inclinaban así, y les daba un besito en la cara. Algunos lo palmeaban al divino Maestro, así, pero por lo general la mano. Y yo me dejé para el último. Todos se iban yendo y yendo. me acerqué y le digo: Hermanito, muchas gracias por la conferencia, muy hermosa su charla hermanito, yo quisiera visitarlo, quisiera saber dónde está usted para visitarlo y hacerle algunas preguntas. Ya —me dijo—, tome nota, estoy en la calle los Halcones, en la casa del ingeniero Juan Espejo… Y es en la calle Los Halcones 404, altura de la cuadra 9 de Aramburú, atrás del Cream Rica en Surquillo. Bueno, apunté lo más interesante: Los Halcones 404 altura de cuadra 9 de Aramburú, ya. Y bueno, efectivamente, el hermano Felipe me invitó a traer en su carro, por un edificio —El Dorado—, ahí me dejó. Él tomó la Arequipa y se fue para Miraflores. Yo de ahí me vine caminando hasta acá y ya llegué. Llegué contento. Le cuento a la familia la experiencia: ¡Estás loco! —me dicen—, que va a hacer Cristo… Y no sé cuánto. Ellos, risas pues, risas, burlas…
[Risas]
Antonio: Y yo en mi mente tenía ya —como le digo— la idea de que era el divino Maestro. Al siguiente día me levanté, creo que a las 6:00 de la mañana, me boté de la cama, me lavé la cara y todo, y me fui al taller, terminé unas órdenes y le dije: Bueno, van a venir personas con su recibo, me lo entregas y (ininteligible), saldo, etc. Y yo salí disparado rumbo a Surquillo. Llegué, ubiqué la dirección, entré. Era un edificio —cuarto piso—, subí caminando, y ubico el departamento y toco la puerta, sale la hermana Rosalía: ¿Quién es? Le digo: Quisiera conversar con el hermano Luis unos minutitos para saludarlo y hacerle un par de preguntas y me retiro. Abre la puerta, me mira: A ver, espere un rato, voy a consultarle. Cierra la puerta y entra. Yo en mi mente: Que sí me atienda, aunque sea un ratito, quisiera saludarle, etc. Demoraría pues tres minutos, cuatro, y sale: Dice que pase. ¡Uf!, qué alegría. Mentalmente: Padre Divino, gracias. Sígame —me dijo—. La seguí así, por un… Primero era un comedor, después unos dormitorios y al fondo había un cuartito, casi la mitad de esto, así. Y ahí estaba el divino Maestro, estaba escribiendo. Yo tenía miedo interrumpirle, como lo veía que estaba que escribe. Él escribe, rápido escribe, ¡uf!, de extremo a extremo el papel. Hermanito, buenos días. ¡Buenos días! —me dice—. Y ahí me quedo yo, callado porque tenía miedo de interrumpirlo, y Él me dice: Converse hermano, ¿qué le pareció la charla de anoche? O sea, me daba esa confianza de conversarle y yo comienzo a conversar. Y para mí fue una sorpresa, Él me seguía conversando y seguía escribiendo simultáneamente. Yo decía: Pero yo no puedo hacerlo, escribir y conversar, un poco difícil… Para la divinidad no hay imposible. Entonces, yo seguí conversando, tomé confianza y una conversación. Y el seguía escribe, y escribe, y escribe. De repente llega al final del papel, pone un puntito ahí, y guion, y lo levanta el plano: Hermano, aquí tenemos uno más para la colección.
Eudelio: Dice: Tenemos —dice—.
Antonio: Tenemos. Así, así…
Eudelio: Tenemos.
—No dijo que era…
Eudelio: Estaba viendo el futuro.
—Sí.
Antonio: Claro, lógico. Yo todavía no entendía bien, para ser franco, pero yo relato lo que he escuchado, lo que me acuerdo: Aquí tenemos uno más para la colección… Lo lleva a un rinconcito y veo ahí una cantidad de planos ahí. Él iba escribiendo y lo iba poniendo así, sobre-poniendo uno por uno. Y bueno, voltea y me dice: ¡Hermano!, sus preguntas. Y yo no sabía qué preguntar porque en la conversación ya me había respondido toditas las preguntas. Y ahí yo estaba como en cero porque no sabía. Porque ya después me enteré que Él lee la mente. O sea, Él ve lo que hay en nuestra mente y nos va conversando pues, va satisfaciendo nuestras inquietudes, curiosidades, dudas, etc. Hermanito, muchas gracias, muy amable. Hermanito, ¿puedo venir a visitarle continuo? Cuantas veces usted quiera, siempre que sea por conocimiento —así me dijo—. Y lógicamente yo decía: Todos buscamos el conocimiento. Yo me entusiasmaba porque creía que todos eran igual que yo. Yo siempre trataba de leer, de estudiar, de aprender, pero después ya me iba dando cuenta que la gran mayoría lee por leer, pero no entiende. Aunque usted no crea hermanita, se lo digo con toda sinceridad: Hay muchos que leen, pero no saben lo que leen; y si saben lo que leen, no lo entienden; y si lo entienden, no lo comprenden; si lo comprenden, no lo practican; si lo practican, no ponen el sello de Dios; y si ponen el sello de Dios, no perseveran, se quedan a medio camino. [aforismo memorizado de estructura escalonada para sus charlas pero que no son parte de la Ciencia Celeste] Entonces, son etapas de evolución hermanita. Y bueno, le agradecí, nos dimos la mano y me volví contento. Dejé pasar un día y al tercer día nuevamente me fui. Y así trabamos amistad, para qué, gracias al divino Padre vino una estimación, un aprecio, y un buen día le digo: Hermanito, quisiera compartir un almuercito con usted en el hogar. Ya hermano, pero yo ahorita estoy en Huancavelica, estoy en la Librería Kosmos de Salvador Maya y no sé si usted puede recogerme porque no yo conozco bien —me dijo—. Ya hermanito —le digo— más o menos a qué hora. Yo salgo más o menos 12:30 —me dijo—. Ya hermanito… Entonces, me dio los datos. Más antes había una tienda de joyería, la casa Welsch —se llamaba—. Y fui, había una línea… Tal vez se acuerde usted, la 17.
Eudelio: La Cafetera.
Antonio: El divino Maestro le decía la Cafetera Rodante —le decía— porque botaba mucho humo. Entonces, yo me fui, me adelanté un poquito para ubicarme y efectivamente ubiqué la dirección y subí. Era en el octavo piso, en ascensor. Y ahí me quedé un rato, decía: Ahorita sale, ahorita sale. Y efectivamente, en un rato lo veo al divino Maestro ya saliendo y le digo: Hermanito, aquí estoy ya, ¿nos vamos? Ya hermano. Bajamos en un ascensor, esperamos la movilidad —o sea el carro—, nos subimos y nos venimos rumbo a Lince, le dije: Hermanito mira —cuando estamos llegando— acá está el castillo Rospigliosi, y de ahí usted se orienta, de ahí a unas cuatro cuadras está la panadería 18, ahí a la esquinita la municipalidad, y de ahí ya se viene caminando… De ahí ya bajamos le comencé a enseñar, le digo: Ahí está el parque, el parque Pedro Ruiz Gallo, y camina acá un poquito y ahí está la dirección de la casa: 1939. Ya hermano. Vinimos, compartimos el almuerzo, conversamos un buen rato y de ahí lo acompañé hasta la casa del hermano Juan Espejo, el ingeniero. Lo dejé. Pasó unos diítas le dije: Hermanito, entonces nos vamos al Parque de las Leyendas. Ya hermanito. Él es como un niño, usted le ofrece y Él no dice no, al toque acepta. Y efectivamente, yo me levanté temprano, tomé mi desayuno, me fui al mercado, compré frutitas y ya con ello me fui a la casa del divino Maestro. De ahí salimos, tomamos un taxi rumbo al Parque de las Leyendas. Andar con Él es aprender, aprender, aprender, ¡pura enseñanza! Nos parábamos —me acuerdo—, frente a los monitos, toditos enjauladitos y el divino Maestro los miraba y dice: Estos hermanos, en vidas pasadas, también han cautivado a otras personas y están pagando sus deudas, porque todo lo que se hace en la vida presente, en las vidas futuras tienen que recogerlo, vivirlo, experimentarlo ellos mismos, esa es la ley de causa y efecto.

Según narra el hermano Antonio, el divino Maestro dijo que los animales enjaulados están pagando lo que hicieron a otros en vidas anteriores
Antonio: O sea, Él tiene unas enseñanzas, pero bien sencillas y profundas. Hace falta cerebro para poder asimilar tanta sabiduría. Y así el hermanito conversa, acá para allá, yendo por acá por allá, y cuando miraba las culebras yo dije: Estos son de las tinieblas —las serpientes—. Estos animalitos son mitad de la luz mitad de las tinieblas… Todo me explicaba. Yo lógicamente lo escuchaba, pero para ser franco, yo no captaba en profundidad. Me agradaba su conversación, me agradaba sus enseñanzas, pero la verdad no terminaba de comprenderlo, eso era lo que me pasaba. Pero de ahí que me pasó esa experiencia, de ahí comencé a comprender y comprender. Nos sentamos, comimos un poco de frutas y seguimos caminando acá, allá, hasta que llegó la hora del almuerzo, y mi deber era buscarle un sitiecito donde no haya carne porque Él desde un principio nos hizo saber que Él era vegetariano, no consumía carne. Y como dice Dios, el que busca encuentra, pregunté por café: Acá tenemos solo tallarín —me dijo el hermano—. Pueden comerse un tallarincito, de repente con su pancito, y un cafecito, qué sé. Y ya pues, con eso —como dicen— salen del compromiso. No sé cómo me dijo él hermano. Ya pues —le dije— hermanito…
[Otro breve corte que tampoco interrumpe la fluidez de la narración]
Antonio: …tallarines, ¿nos servimos? Ya —me dijo el hermanito—. Conversamos, consumimos el tallarín. Salimos, caminamos un poco más, y ya la tarde iba cayendo y entonces dije: Ya hermanito ya nos retiramos. Ya hermano. Tomamos un taxi, lo llevé nuevamente allí a la casa del hermano Juan Espejo, lo dejé y ya yo me vine acá a Lince. Y así fue pasando los días hasta que un buen día llegué allá a la casa del hermano ingeniero… Parece que la hermana no estaba contenta con la presencia del divino Maestro. Dio a entender: ¡¿Hasta cuándo vas a tener a este chileno?! No se cuánto así. Yo la escuché, y ya deduje, y dije: ¡Ah!, no está conforme con el hermano. Entonces, en base a eso, le dije: Hermanito, yo tengo allá una piecita… Yo lo mandé hacer especialmente para leer, para meditar, para concentrarme, pero, yo comprendí la misión del divino Maestro y lo ofrecí: Ya hermano —me dijo—. Entonces, quedamos un día y yo busqué otra amistad, que tenía su carrito, le dije: Te pongo la gasolina, hazme el servicio, traérmelo al hermanito Luis acá a la casa. Ya, me dijo el hermano. Y la verdad que lo trajimos, sus cositas, una maletita, unas cajitas, un Comodoy (cama plegable) y nos bajamos afuera. Lo hicimos ingresar acá, de acá ya los subimos uno por uno arriba, lo acomodamos, le dimos la llavecita de arriba y de acá también. En ese tiempo todavía no había todavía la puerta de afuera, era libre. Y bueno, para qué, yo al menos lo llegué a estimar, lo llegué a apreciar. Yo siempre de cariño le decía hermanito Luis, hermanito, hermanito, hermanito… Entonces Él —como le digo—, es un ser muy atento, muy amable, es un ser bastante locuaz, su psicología es como de un niño de 12 años. Y lógicamente, permitirlo… tener una foto, lo tenemos (ininteligible) y prácticamente al hermanito lo apreciábamos más que a la familia. Al menos eso pasaba conmigo. Y a veces también avisé mi tío (Gregorio Córdova Padilla), mi tío tenía su carrito y también llegó a congeniar con Él. Y él se ofrecía: Hermanito, ¿vámonos por la Costa Verde? Vamos. ¿Vamos por allá, por el Parque de la Amistad? Vamos. ¿Vamos por acá?… Y así nos llevaba en el carrito y varias veces yo colaboraba con el combustible. Y así hermanita, pasaron los tiempos y yo comencé a aprender, entender, comprender y lógicamente yo comencé a avisar. Desde el segundo día que lo conocí, comencé a avisar a la gente. Acá comencé a avisar a la gente, a los vecinos, y los vecinos se quedaban así, asombrados cuando les decía: El hermanito, que está en mi hogar, es el mismo Hijo de Dios, es Jesucristo, el retorno glorioso y triunfal. ¿Qué?, ¿estás loco? —me decían así—. No, yo le estoy diciendo una verdad, si no me cree, es su problema. Cumplí con avisarle de uno en uno, toditos, y cuando yo me doy cuenta ellos comienzan a comentar: Córdova, pobrecito, está loco. (Risas)
—Se fue de la Tierra.
Antonio: Se le ha caído el tornillo, está mal de la azotea, le está patinando…
—En colombia dicen: Se le corrió el champú.
Antonio: Se le chispoteó.
Eudelio: Como enseñanza, hermano Antonio, ¿alguna vez el divino Maestro lo llegó a tutear a usted?
Antonio: No, jamás. Siempre decía: Usted. Y eso yo, a mí me invitaba a pensar, a analizar. Y es por eso… A mí me duele cuando hay gente que dice: El Enviado, el Hijo de Dios, el Luis —dicen—, el chileno —dicen así—. A mí me duele porque en realidad es tiempo de llamar las cosas por su nombre. Lo que es divino hay que reconocerlo como divino, humano es humano. Él nunca —incluso— se autoproclamaba. Nunca ha dicho: Yo soy el Cordero o: Yo Soy el Enviado, o: Yo soy el Hijo de Dios. Una vez vinieron unos hermanos de San Marcos, cuatro personas vinieron. Acá había otros muebles…
—¿San Marcos, de dónde es?
Eudelio: Universidad
Antonio: Universidad San Marcos
—Ah, de…
Antonio: De allá de Venezuela, de la avenida Venezuela, allí hay una universidad.
—Ah…
Antonio: Y el divino Maestro se sentaba acá. Había otro mueble igualito a ese que se corría para allá. Ahí se sentaba y ellos se sentaron acá. Entonces, uno de ellos le comenzó a preguntar insistentemente: ¿Quién es usted?, ¿quién es usted?, ¿quién ha sido usted en sus vidas pasadas? El divino Maestro miró, le dijo: Lea, lea el conocimiento que por el fruto se conoce el árbol. Ya usted mismo puede sacar… Acá nadie viene a autoproclamarse, quien se autoproclama es un falso.

Antonio Córdova Quezada, el autoproclamado “depositario” de los Rollos del Cordero de Dios, posando con aproximadamente 90 de los 4000 rollos que afirma tener, pero no muestra. (Crédito: www.alfayomega.pe)
Antonio: Eso a mí que quedó bien grabadito. Personalmente también me lo dijo, porque hay muchos hermanos que se hacen llamar, y no son. Entonces, Él explicaba de una forma muy hermosa —le digo— las lecciones que nos daba, y lógicamente yo comencé por grabarlo porque me gustaba tanto las enseñanzas… Y yo, sin pensarlo dos veces, me fui al centro. Ahí tengo una amistad —tenía—, una amistad, saqué una grabadorita, con su micrófono, saqué una cámara fotográfica, saqué una máquina de escribir, porque yo quería grabarlo, escribirlo, el contenido de los planos. Un buen día el divino Maestro baja y me dice: Dice el divino Padre que de lectura a los rollos. Ya hermanito, muchas gracias. Cinco planos me bajó. Cerré el taller, limpié la vitrina, ahí lo abrí y comencé a leer. Me maravillaba tanto y yo decía… Lo leía, y al otro día ni me acordaba lo que leía.
[Risas]
Antonio: Eso es verdad.
—Sí. Nos pasa a todos.
Antonio: La mente es muy ilimitada. De ahí es donde me nació comprar la máquina y dije: Lo voy a escribir como prueba. Fui, el hermano me vendió la maquinita: Hasta un niño lo hace —me dijo—, me enseñó, me dijo: Tú sacas este seguro, pones el papel, cada letra que tú quieres considerar, nada más que lo presionas, un golpecito así ¡Plack!, y ahí lo estampa, ya está igual. Y así comencé a aprender, así, como se dice: de la nada, y yo fui, lógicamente leyendo, leyendo lo escribía todo y ya está…
Eudelio: Bien. Faltan 10 minutos. A ver, sus últimas preguntas por favor, porque el hermano a las 6:00 tiene que hacer, y luego viene el programa de radio y tiene que cuidar la garganta, porque sino va a estar tosiendo en la radio.
Antonio: Sí, sí. 15 minutitos más o menos.
—¿Cuántos años estuvo el Maestro acá?
Antonio: Tres años. Estuvo tres años, desde el año 1975 hasta el 78.
—¿Acá en su hogar, acá en esta casa?
Antonio: Acá. Incluso una vez nos demostró una experiencia increíble. En tres meses Él, de gordito que estaba, se puso flaquito, flaquito, flaquito y desencarnó. Le voy a enseñar la foto para que usted… No sé si lo tenga por acá, un ratito. Porque a veces siempre dicen: Hay que ver para creer.
—¿Desencarnó o se murió?
Antonio: Sí, se murió, murió, murió. Murió o desencarnó es lo mismo. Pero nosotros lo llevamos al cementerio. Al tercer día Él volvió como que nada hubiera pasado. Tocó la puerta. Él siempre tocaba tres veces así: ¡Toc, toc, toc! Y yo estaba trabajando.
—Pero…
Eudelio: Escuche pues.
Antonio: Pregunte nomás.
—¿Pero quién se enteró de esa parte?
Eudelio: Ahí está la prueba. Eso es la prueba.
—No, no. Sino de que otros hermanos, así… ¿Solamente ustedes?
Antonio: Mire ve…
Eudelio: Eso está en un divino rollo.
Antonio: Le voy a contar hermana. Espere un ratito. Le voy a contar.
—¿Ah, sí? Yo no lo he leído esa parte.
Antonio: Un ratito, a ver… Hay bastante que…
—O sea, resucitó…
Antonio: Él, mire, ve. Él así se presentaba, así. Así siempre: Humilde, sencillo, como un trabajador del mundo.
—Esta foto si la conozco.
Antonio: Cuando desencarnó le pusieron este vestidito.
Eudelio: Con el que vino.
Antonio: Lógicamente había que buscar el ataúd, el velatorio, había que conseguir el nicho, y no sé que cuánta cosa. Al tercer día… Mire ve, ¿lo ve así?
—Sí.
Antonio: Al tercer día aparece así…
—Ah, como un niño…
Antonio: Como que nada hubiera pasado… [Muestra la foto del divino Maestro en su cumpleaños]
—Y mire los ojos tan lindos.
Antonio: Entonces hermanita, todo eso a mí me lleva a la conclusión de que es el mismo Hijo de Dios. Tal como pasó en el pasado, se repite la historia. En el pasado a Él lo bajaron de la cruz, y cuando Él murió en la cruz, lo bajaron, lo llevaron al sepulcro, lo dejaron ahí tres días, al tercer día Él vuelve a estar con sus apóstoles. Se repite la historia. Entonces, eso a mí, no me queda la idea de pensar y estar convencido que es el mismo Hijo de Dios.
—Pero…
Eudelio: Ahora, hay otra cosa. ¡Acá quiero aclarar! La hermana duda de lo que usted está contando, porque ella está preguntando: ♫Otros también lo vieron♫… ¿Se da cuenta? Ahorita lo que está contando no le está creyendo, porque está dudando.
Antonio: Le voy a responder, le voy a responder.
—No, no. No hermano.
Antonio: Le voy a explicar.
Eudelio: Pero explíquele usted lo que pasó.
—Usted no puede entrar en mi pensamiento.
Antonio: Ya hermanita, mire, ve. Cuando Él desencarnó, lógicamente, vinieron varios hermanos que lo conocían porque acá lo velaron. O sea, vinieron. Lo llevamos allá, al cementerio El Ángel, lo dejamos ahí… Hermanita, al otro día nadie llegó. Toditos se fueron. Después me enteré: ¡No es Cristo porque ya ha muerto, que va a ser Cristo!… No se cuánto. Yo no me pude ir porque estaba en mi casa, a donde me iba a ir pues, yo tenía que quedarme acá.
—Ah, ya, ya.
Antonio: Entonces, eso también sabe el hermano Ricardo, porque él también estuvo en el velatorio.
—Sí. Él contó cuando fue al velatorio que lo…
Antonio: Estuvimos llevándolo ahí al cementerio, etc.
—Sí. Esa parte me la contó él. Sino que…
Eudelio:¿Le contó que volvió del cementerio el hermano Ricardo?
—Esa parte no se la escuché.
Antonio: El cuenta, que creo que se le había aparecido en el ascensor…
—¡Ah!, sí, sí.
Antonio: Algo así creo que cuenta.
—Que brillaba, y un montón de lucesitas y él… Se quedó pues así, como sorprendido, pero… O sea, la pregunta mía es… No es dudar hermano.
Antonio: A ver, a ver…
—Es: El Maestro después de que le llevaron allá al cementerio, lo enterraron, regresó acá al tercer día. O sea, ¿que él resucitó ya?
Antonio: Resucitó. Justamente.
—Ah… esa era la parte que no entendía.
Eudelio: Eso está en el divino rollo.
Antonio: Sí. Está en los rollos, está escrito. Cuando usted (ininteligible) saber…
—¿Y de ahí es que ya se fue a la India o a la China?
Antonio: No. De ahí se quedó acá, yo calculo unos 20 días más. Yo estaba tan emocionado que ya ni contaba ni los días ya. Pero llegó un momento en que yo le acompañé y Él dijo así —cuando estuvo acá, incluso estaba el hermano Ricardo, estaba mi tío Gregorio, habían varios hermanos más—, dijo: En estos momentos el divino Padre me está hablando —dijo así— dice el Padre Eterno que los rollos van a quedar en el hogar del hermano Córdova. Usted (Ricardo Flores) se hace responsable de lo que pueda suceder con la Escritura Telepática, ¿se lo doy por escrito?… Iba a sacar un lapicero y buscar un papel para escribirlo. El hermano Ricardo dijo: No hermanito, no es necesario, ¿para qué?, sus palabras son suficientes… ¡Usted se hace Responsable! Pero mis hermanitos disidentes han tergiversado esa palabra: Usted se hace ¡Cargo! de los rollos. Y eso es totalmente falso.
—Eudelio: Lo han cambiado.
—Antonio: Lo cambian pe, lo adulteran, lo tergiversan.
—Ah, ya. Pero esa de que: Se hace cargo de los rollos, ¿se lo dijo a usted o al hermano Ricardo Flores?
Antonio: No, no, no… No, no. Al hermano Ricardo le dijo: Usted se hace ¡Responsable!, cargo no, sino le dijo…

Minuto exacto donde Antonio intenta convencer a la entrevistadora que los rollos se los dejaron a él y no al hermano Ricardo Flores. (Captura de pantalla de video de Youtube, crédito: Judith Pineda)
—¡Ah…!, responsable, ¿qué es?
Antonio: Responsable es…
Eudelio: Que cuide pues, que cuide, proteja.
Antonio: Cuidar pues, ver la unificación…
—Ah, ya…
Eudelio: Que el hermano era el depositario.
Antonio: Cosa que no lo está haciendo. No lo está haciendo.
Eudelio: O sea, que lo cuide (ininteligible)
—Ah… o sea, ¿que según eso los rollos deberían quedar aquí y el hermano Ricardo debería estarlos cuidando?
Antonio: Así es.
Eudelio: Protegerlos. ¡Claro!
Antonio: Así lo dijo el divino Maestro.
—Ah… ya entendí.
Eudelio: Por que tenía más economía.
Antonio: Hay muchas cosas que han tergiversado los hermanitos de allá.
—Sí. Por eso es importante que uno mismo debe ir e investigar.
Antonio: Enterarse pues. Enterarse. Claro, está bien.
—Porque si uno escucha y se pone a repetir, será acusado de levantar falso testomonio y eso yo no quiero.
Antonio: Lógico, lógico. Bueno. Después, acá, por ejemplo, me envió el hermano Siragusa de Italia está la foto del divino Maestro flotando en las nubes. Puede filmar para que lo muestre.
—Ah… sí, vea. Mire.
Antonio: Algunos dicen: ¡No!, eso es una nube caprichosa —dicen—. No es nube pues, es una silueta de un ser humano flotando en el espacio.
—Pues que para Dios no hay nada imposible.
Antonio: Lógico.
—Si Él lo quiere subir a uno en una nave, lo sube.
Antonio: Es cuestión de fe. Bueno, hay varias cositas, vamos a ver si de repente se lleva algo como recuerdo. Aquí estoy explicando un divino plano.
—¡Aquí está usted mas joven!
Antonio: Sí, sí. Los años pasan pues.
—Este es lindísimo, este [rollo] también lo tiene el hermano Ricardo Flores.
Antonio: Sí. Debe ser, debe ser. Ahí están un poco de planos. Este es una ayuda de memoria, cuando di mi primera conferencia. Entonces, yo mismo lo dibujé. Esto sí yo lo he hecho ya. O sea, lo dibujaba.
Eudelio: Inspiración divina.
—Claro.
Antonio: Con eso, yo ya me ayudaba a conversar, y conversar, y conversar. Acá hay otro. Hay varios, pero dos nomás he puesto como… Acá hay otro: Las etapas de la Tierra.
—Ah… ya.
Antonio: Tres etapas sanguinarias: Con los faraones, los romanos y los norteamericanos. Y este es el ángulo de Cristo. De acá comienza nuevamente la espiritualidad.
—Vuele a girar. O sea perdimos el tiempo, acá.
Antonio: Claro, entramos a un nuevo tiempo. Estos son los símbolos de la divina doctrina: La nave, el Corderito y la Bandera del Milenio.
[Nota: en la Ciencia Celeste solo existen los símbolos del Cordero y la Bandera del Milenio de Paz, en el Antiguo Testamento la Cruz, pero no hay información de una Nave o Platillo Volador como símbolo]
—Ah…
Antonio: Y hay cositas así que por ahí tengo, un volumen más grande donde hay bastante…
Eudelio: (Ininteligible) Acá era celestito, sino que en la imprenta se han equivocado, ahí le han puesto… La impresora.
Antonio: Si pues, un poquito azul.
—Es que ese es… el celeste… ¿Este qué color es acá?
Eudelio: Ese es celeste. En realidad es celeste, ahí pueden verlo, vean. Ahí pueden verlo.
Antonio: Así, casi celeste.
—Ah… sí.
Antonio: Ese es realmente celeste.
—Ahí mire. Allá hay una nave.
Antonio: Ahí hay una nave con…
—¿Con unas hermanas?
Antonio: Con madres solares.
—Ah… qué lindas.
Antonio: Aquí también está una nave.
—Yo vi ésta allá. A mí como me gustaba este…
Antonio: Ahí, estos son fotos de naves que se han dado en la… La presencia de naves en la Tierra. Y también de la experiencia que me tocó vivir.
Eudelio: La experiencia en el Planeta Amarillo. Ahora, muchos hermanos tampoco… No creen en esto.
Antonio: Si pues, ese es el gran problema.
—No. Yo si creo en los platillos voladores y todo eso, por eso yo…
Eudelio: No, no. En la experiencia del hermano Antonio.
—No. Yo si vi en YouTube, vi muchas cosas, he buscado todo en internet.
Antonio: Esas son las Piedras de Ica y en las Líneas de Nazca, ese es un ovni-puerto, todo esto. Son gigantescos, son ovni-puertos. Aquí está el primer congreso que hicimos: Congreso Mundial de Ovniología y Vida Extraterrestre. Ahí están los hermanos que vinieron a la conferencia.
—Ah… ¿esto es un congreso mundial? Muestre.
Eudelio: Ahí hay un astronauta americano, Bryan Oledi. Ahí esta el astronauta… Él es Bob (ininteligible), y este hermano es un…
Antonio: Inglés, español, argentino…
Eudelio: Este es de Turquía. Él es de Inglaterra.
—Gente importante.
Antonio: No tan importante…
Eudelio: Para el mundo.
Antonio: Para dar un paso pues. Para dar un paso siempre se necesita…
—Acá este que es, ¿un periódico?
Eudelio: Logotipo de Radioprograma.
Antonio: Radio Programa del Perú. RPP.
Eudelio: Nos auspició esa vez.
Antonio: Sí.
—Ah, pero, ¿esa no es su radio?
Antonio: No, no, no, no, no.
—¿Es otro, que…?
Antonio: Nosotros tenemos en Radio Unión, pagamos mensualmente… Y este lo hicimos en Huancayo, Congreso Internacional de Ovniología. Estuvieron ellos.
—Ah, qué chévere. ¿Y usted…? Ah, no. ¿Ellos son contactados?
Antonio: Sí.
Eudelio: Él es el hermano Antonio (risas)
—¿Pero usted ahí está jovencito, ahí se veía…
Eudelio: Es un actor de cine.
Antonio: Creen que soy peruano yo, por eso me han puesto la bandera (del Perú).
[Risas]
—¿Lo confundieron?
Eudelio: Le quedan 5 minutos hermana.
—Ah, bueno.
Antonio: Y ahí está la tarea que hicimos en Huancayo, me regalaron un recordatorio, diploma, certificado. De la misma hermandad también me hizo mi diploma.
Eudelio: Y este es de la Fuerza Aérea, mire.
—Ah…
Eudelio: ¡Imagínese!
Antonio: Esta es de la universidad.
Eudelio: Supuestamente una de las… Mire ve: ¡Fuerza Aérea del Perú!
[Hay otro breve corte que tampoco afecta la fluidez]
Eudelio: Supuestamente, como dice el divino Padre, hasta la fuerza está al servicio del divino Padre.
—¡Claro! El Padre Eterno dice que hasta la misma Bestia está al servicio del divino Padre.
Antonio: Esta es una actividad en el local de la hermandad.
—Ah, de todas maneras, nuestro Padre Celestial nos ha permitido venir…
Antonio: Y estos son volantitos que mandamos hacer para repartir y dar el aviso, comunicar, informar.
Eudelio: Bien. Hermanas, un favor… Sácame una matriz de esto y lo envían aquí al hogar en DVD, ¿ya?
—Sí. O si no yo se lo traigo antes de irme.
Antonio: En una próxima se puede…
Eudelio: ¡Ya! Listo. Se lo trae.
Antonio: En una próxima se puede…
—Lo traje en un (ininteligible) portátil…
Antonio: …ampliar. Se puede ampliar en una próxima, ¿ya?
—¿Sí?
Antonio: Muy importante es cultivar la confianza.
Eudelio: Sí. Porque el hermano tiene que irse ya.
—Les podemos tomar una al…
Antonio: Sí, sí. No hay problema.
—Tómale allá, al del dibujo, de acá…
Antonio: Fílmelo. A ver hermanita…
—Ah, sí, de este.
Eudelio: La garganta (ininteligible) a la radio.
—Hermanos, de todas maneras gracias a mi Padre Celestial yo le agradezco por que…
Antonio: No hermanita (ininteligible) hay tanto que conversar.
—A veces pues sí. Lo más importante es ir a investigar en la fuente del origen.
Antonio: Lógico, eso es lo más recomendable.
—Y pues, donde estuvo el divino Maestro… Usted sabe que Él es nuestro Padre…
Antonio: Así es…
—Después del Padre creador Él es nuestro Padre…
Antonio: Así es…
—Todos queremos estar con los que estuvieron con nuestro Padre…
Antonio: Ya hermanita…
—Y compartir…
Antonio: Ya hermanita…
—Y la verdad a mi me fascina mucho los rollos.
Antonio: Si me permite, una preguntita nomás, para ver cómo va el cerebrito. ¿Usted ya sabe por qué pensamos? Mire, de pensar todos pensamos, hasta los animalitos piensan. Lo importante es saber la causa, por qué pensamos. A ver, deme trabajo a ver, vamos a ver.
—¿Usted me pregunta por qué?
Antonio: Yo le pregunto.
—¡Ah! Quiere que le dé la respuesta.
Antonio: A ver hermanita.
—Yo pienso que pensamos porque nuestro divino Padre Creador es el que habita en nuestra mente y en nuestro cerebro. Porque Él es el que desarrolla nuestros pensamientos y nuestras virtudes y sin Él no existe nada. Entonces, por ese motivo yo pienso que pensamos, porque si Dios no existe nosotros no existimos.
Antonio: Cómo dijo Descartes: Si pienso es porque existo, y si existo entonces pienso.
—¡Claro! (risas).
Antonio: Le explico. Yo tengo varias preguntas, con eso inicio las charlas, inicio las charlas con los choferes. Bueno, le pregunto al chofer por qué pensamos. Los choferes me dan cantidad de respuestas: Pienso porque tengo cerebro; pienso porque tengo neuronas; pienso porque soy un ser viviente; pienso porque soy un ser pensante; pienso porque tengo hambre; pienso porque estoy enamorado; pienso porque mi suegra me obliga a pensar —dicen.
[Risas]
Antonio: Me hacen reír.
—¡De todas maneras piensan!
Antonio: Piensan, ¡Claro!, de todas maneras piensan, pero lo importante es saber la causa, pero una causa justa, razonable. La respuesta correcta a esa pregunta es ¿por qué pensamos?, Bueno, yo, usted y todo el mundo piensa, porque Dios nos dio el don de pensar. Cuando uno cree en Dios tiene que aprender a deducir. Dios nos creó, Dios nos dio la vida, Dios nos dio la existencia, Dios nos dio este cuerpo físico como una herramienta para ver qué hacemos en la prueba de la vida. Dios nos dio el cerebro, nos dio las ideas, la inteligencia, el razonamiento (ininteligible), la conciencia. Bueno, entonces, también Dios me dio el don de ver, el don de oír, el don de oler, el don de hablar, el don de tocar y el maravilloso don de pensar. Tiene sentido. Según su razonamiento lógico para usted quien fue primero, el conocimiento o el universo.
—Primero fue Dios.
Antonio: Ahí está la respuesta correcta. Y gracias al conocimiento de Dios existe el universo, existe todo lo que hay en el universo.
—Si hermano.
Antonio: Ya hermanita, ya.
—Hermano, que mi Padre Dios le de muchas bendiciones.
Antonio: Diga: Nuestro Padre.
—Ah, ¡nuestro!
Antonio: Porque sino (ininteligible).
Eudelio: Ya lo compró ya.
Antonio: (Ininteligible). El Padre es suyo nomás.
[Risas]
—No me alcanza el dinero… Es que eso nos enseñaron desde chiquitos. Uno siempre dice: ¡Mi padre, mi hermano, mi hijo!
Antonio: Nuestro.
Eudelio: Y debe saber hermana que ni nuestra propia vida es nuestra.
Antonio: Nada es nuestro en realidad, todo es prestado nomás.
Eudelio: Nada, ni nuestro cuerpo. A veces (ininteligible): Mi ojo, mis oídos, mi boca.
—Mi nariz, mi cabello, mi ojo, mi oído. Y cuando deja el egoísmo, uno no le dice que es mío, sino de los demás.
Antonio: Hermanita, cuando nos vamos todo queda en la Tierra, en lo material, nada nos llevamos. Nada….
—Entonces que Dios, Mí… Nuestro Divino Padre Creador nos… (risas) Hasta que se me borre hermano, tengo que arreglar el cerebro. ¿Sí o no?
[Risas]
Antonio: Tiene que cambiar el disco duro.
—Eso…
[Risas]
—Disco duro. Dice: Dura es la cerviz para entender. Tengo que recomponer el disco duro para poderse arreglar hermanos.
Antonio: Ya hermana…
—Nuestro divino Padre Dios, doy gracias a Él porque…
Antonio: Ya hermanita, ya.
—Nos ha permitido venir acá. Me siento contenta porque lo más importante es dialogar con las personas que…
Antonio: Ya hermanita…
—…conocieron al divino Maestro y… Bueno, me voy contenta.
Antonio: Ya hermanita, ya. Correcto.
Eudelio: Bien hermana…
—Ya se va uno con un concepto más amplio de todo las cosas como son.
Antonio: Ya hermanita…
Eudelio: Que le sirva esto para seguir unificando su propia mente. Porque todo nace de ahí. Porque usted es parte de esto. A partir de usted otras mentes que van a llegar tal vez. Pero si usted enseña con división va a generar más división de la división. Y eso está pasando con nuestros hermanos de allá. Ellos, hasta ni entre ellos mismos se pasan ya. Le digo esto porque yo manejo el correo de la hermandad. Nos escriben diciendo de que: ¡No, yo no soy de acá!, ¡yo no soy de allá!, ¡yo no soy de acá!
Antonio: Mire hermanita. Yo los dejo ingresar al local, pero los hermanitos me pasan la voz: Hermanito, están echando estas ideas. Traen sus volantitos, están repartiendo acá. ¿Cómo pueden hacer eso? Ellos saben que los planos originales el divino Maestro lo dejo acá. El mismo hermano Ricardo sabe que lo dejó acá. Pero no sé como pensarán, cual será su mente, sus ideas, de alguna forma se prestan para una confusión tremenda hermana. Pero yo sé que la verdad va a triunfar, va a brillar para todos, eso es un hecho.
—Hermano, yo escuché que dijeron algunos hermanos que el divino Maestro, ¿regresará por los rollos?
Antonio: Eso está en su divino libre albedrío. Yo también pienso que sí, pero en el momento que Él lo estime conveniente va a estar llegando, y yo voy a ser el primero en avisar por la radio.
—Porque dice también que los divinos Planos Celestes están protegidos por los ojos invisibles de nuestro divino Padre Creador.
Antonio: Lógico hermanita.
—Claro, que eso sí, no he leído los rollos que el divino Maestro regrese por los rollos, pero… ¡Ah!, lo único que dice es que unificará toda la Tierra con su divino conocimiento. Hermano, y después de que llegó el Maestro… Una última pregunta: De que llegó el Maestro acá, vino —que dice que resucitó, vino—, y de ahí se fue, ¿a qué lugar?
Antonio: Se quedó 20 días más, se fue a la China, tomó un barco chino, yo le acompañé hasta el Callao en un taxi. De ahí subió a un lanchón y se fue al fondo, se fue y subió una escalerita así, en diagonal. Bandera china, un barco. Después el barco tocó su sirena varias veces y de lejos lo veía chiquitito al divino Maestro, me hacía unas señas así (mueve su brazo en señal de despedida) ¡Adiós! ¡Adiós!
—Porque ahí sí dice en los divinos planos…
Eudelio: Ahí está, en ese divino rollo.
—Sé hijito… Te irás a la China como un humilde cocinero…
Eudelio: Como ayudante de cocinero.
—Eso, ayudante de cocinero…
Eudelio: En un barco de marina mercante chino. Esa la prueba, hermana, de lo que el hermano está contando. Por eso, ¿cómo es que se ha ido a la China si ha muerto acá?
Antonio: Todo lo que dice Dios es profético hermana.
—Claro, es que…
Eudelio: Entonces, es verdad lo que dice el hermano Antonio.

Mención donde se lee que el divino Maestro viajará a China trabajando como ayudante de cocina. Nótese que en ningún rollo se lee lo que narra el hermano Antonio, de que, después de fallecido, el divino Maestro se quedó en su casa por unos 20 días. (Fragmento del rollo: No he venido para abrogar la ley o los profetas…)
—No, es que el cerebro dura (ininteligible) y le toca a uno… piensen, piensen que he vuelto.
Antonio: Mas tarde o más temprano entenderemos, cada vez más y mejor.
—Hermano —entonces como el Padre Dios— nosotros trajimos… o el Padre Dios nos permitió traer portátil, entonces nosotros le pasamos una copia y yo regreso…
Antonio: Ya hermanita…
Eudelio: Ya, pero antes de irse le dejan la copia al hermano Antonio.
Antonio: Para tenerlo como un recuerdo hermanita.
—Sí.
Eudelio: ¡Ya, listo! Así verificaremos que en un futuro no vaya a ser distorsionado.
—No, no no. Lo que escrito está… Por eso está grabado. Además, uno ya no puede andar soltando por ahí cosas que no son…
Eudelio: Es que todo nos ha pasado hermana, que ahora hay que tener cuidado.
—Porque, ¿sabe qué, hermano?, la Televisión Solar o Libro de la Vida, está escrito, y el juicio es bravo. No crea que viene uno a jugar acá en la Tierra.
Eudelio: Hay hermanos que saben eso y siguen haciendo de las suyas. [Risas]
Antonio: Sí, aquí hay de todo.
—Uno no puede ir a decir cosas que no son y que no se han dicho, o que no están escritas.
Antonio: La verdad ante todo hermanita. Sólo con la verdad se ama y se sirve a Dios hermanita, ¿ya?
—Hermano, entonces le agradezco…
Antonio: Ya hermanita, ya.
—Ella es mi hija y ella es mi hermana.
Antonio: Ya hermanita, ya. Encantado hermanitas, mucho gusto. Más adelante de repente, en un siguiente video ya ampliamos un poco más.
—Ah, bueno.
Antonio: Traiga mas bien sus preguntitas y lo desarrollamos, ¿ya?
—Sí. Y además yo le muestro allá en Colombia los…
Antonio: Ya hermanita, ya. Correcto.
—Perdón, y esa es alguna fotografía, ¿de qué, hermano?
Antonio: No. Esa es de la navidad, de los Tres Reyes Magos.
—Ah… ¿Los puedo filmar?
Antonio: Si usted gusta.
—(Ininteligible) de los Tres Reyes Magos.
Antonio: No hay problema hermana. Eso es como un recordatorio.
—Y usted, ¿está delicado de salud hermano?
Antonio: Sí, si. Estoy mejorándome de la columna. Estoy con hernia discal —hernia—, estoy con faja. Eso me ayuda a caminar.
Eudelio: Por eso hay que tenerlo mucho tiempo, no solo en una posición. Por eso hay que cuidarlo.
Antonio: Los médicos dicen reposo absoluto (ininteligible)… no entro, no puedo, la verdad. Y para estar tirado día y noche, no puedo.
—Hermano, disculpe, ¿y cuántos años tiene usted?
Antonio: 77, yendo para 78.
—¡Uy! Esta rozagante, ¿sí o no? Ya la mayoría ya…
Antonio: Hay varios hermanitos de allá que me desean la muerte. Pero yo les digo: Ellos se van a morir primero. [Risas]
Eudelio: Como que ya algunos se han ido.
Antonio: Ya se han ido ya.
—Por que hay personas ya de 65 y ya no pueden ni moverse ni nada.
Antonio: 68 y ya están volteando la esquina ya.
—Y lo más bello es que nuestro Padre Dios…
Antonio: Ya hermanita…
—Nos de la salud hasta que uno… sea independiente hasta el final.
Antonio: Hasta cumplir con la misión que tenemos.
Eudelio: Ya hermana ya. Bien.
Antonio:¿Ya hermanita?, ¿si?. Adiós hermanita, ¿ya? No tengo tiempo ya.
—Que Dios le bendiga hermano.
Antonio: Chao hermanita. Ya, ya.
—Yo ya aprendí a saludar porque ahí dice un rollo que los divinos…
Antonio: Sí. Es un saludo colectivo, es un saludo espiritual: ¡Gloria al Divino Padre!
—¡Gloria al Divino Padre!
Antonio: Exacto, así.
—Los divinos… ¿Cómo es? Los hermanos ingenieros Celeste…
Eudelio: Dulcineo, Celeste y Amor… ¡Y Paz! Paz, Paz…
—Y Paz.
Antonio: Paz, exacto. Ya hermanita, ya.
—¡Gloria al Padre! Gracias.
Antonio: Ya hermanita…
Fin de la grabación.

Dra. Jaquelin Torres, adoradora del cristo clavado, es a abogada que, según Antonio Córdova Quezada, dios le envió. Ella participó para la incautación y posterior quema de libros de la Ciencia Celeste: …gracias al divino Padre he conocido una hermana abogada y ella nos indicó los pasos a dar, nos ayudó incluso.
Nota: Antonio acostumbra hablar con muchos diminutivos. Los hermanos narran que él, cuando quería algo del divino Maestro, venía agachado y frotándose las manos. El divino Maestro dijo: Esos que vienen así, agachados y sin mirarte a la cara, son los peores.
Una vez el hermano Juan Sicha soñó que una multitud levantaba a Antonio y Olinda en jaulas. Cuando le contó el sueño al divino Maestro, Él le dijo: Es un sueño profético.
Según narran los hermanos, el divino Maestro llamó al hermano Antonio: La Roca de Lince.
Actualmente el hermano Eudelio Martínez Quispe es quien está a cargo de los rollos. Lamentablemente, también los sigue ocultando y, según narran los llamados disidentes: Primero que se sepan de memoria los 300 rollos que tienen para darles más rollos.